viernes, 8 de diciembre de 2023

 

MENSAJE DE LOS OBISPOS

“Dan mucho, merecen más”

      Este es el lema de este año para la celebración de la fiesta de la Virgen del Carmen, día de la gente de mar. Su contenido es bien elocuente: la gente de mar da mucho. El mundo de la pesca nos proporciona una parte importante de nuestra alimentación. Para hacernos una idea, en 2021 se consumieron a nivel mundial 160 millones de toneladas de pescado.

     En cuanto a la marina mercante, se calcula que un 90% del transporte de mercancías a nivel mundial se realiza por mar. A eso hay que sumarle el intenso tráfico de pasajeros a bordo de transbordadores y barcos de cruceros.

    El trabajo de la gente de mar proporciona, por tanto, mucho bienestar a la población mundial. Y ¿cómo se les protege? La Organización Internacional del Trabajo establece en su Convenio 188, del año 2017, unas normas mínimas que regulan el trabajo de los pescadores y a través del Convenio de Trabajo Marítimo 2006, que entró en vigor en 2013, ofrece una normativa dirigida a garantizar una serie de derechos de los marinos mercantes.

      Ambos convenios son instrumentos muy importantes que ayudan al bienestar de la gente de mar, pero como suele ocurrir, de un lado buscan garantizar mínimos y por otro lado, en la práctica, su aplicación no siempre es la más adecuada.

  El trabajo en la mar es exigente, en muchos casos peligroso, como muestran lamentablemente los accidentes que, especialmente en la pesca, todos los años se producen. Las jornadas son largas y los ritmos de trabajo cada vez más estresantes. Sin embargo, nos encontramos con que la sociedad los valora muy poco.

       Día de las gentes del mar La gente de mar merece mucho más: Merece más atención, seguridad física y laboral, una acogida humana cuando llegan a puerto, un contacto lo más fluido posible con sus familias, suficientes vacaciones y salarios acordes a sus circunstancias de vida y trabajo.

     Por otro lado, la globalización, la proliferación de barcos bajo bandera de conveniencia, la entrada masiva de marinos y pescadores de países del Tercer Mundo, con menores pretensiones salariales, han  traído un retroceso general de las condiciones laborales de la gente de mar.

      Y en medio de esta situación, nos disponemos a celebrar un año más la fiesta de la Virgen del Carmen,  la fiesta de nuestra patrona. Una fiesta que se vive con autentica devoción popular, como nos lo demuestran las innumerables procesiones marineras que se producen a lo largo de la costa española.

       Cualquier puerto, por pequeño que sea, quiere honrar a su patrona. «¡Que todos la vean!», exclaman frecuentemente los pescadores cuando salen con sus barcos engalanados en homenaje a la Virgen del Carmen.

     Celebrémoslo con alegría, hagamos fiesta, pero al mismo tiempo, rindamos homenaje a la gente de mar, cada uno desde su circunstancia, y unámonos a lo expresado por el papa Francisco con motivo del XXV Congreso Mundial de Stella Maris celebrado en Glasgow el pasado mes de octubre:

      Sabed que no estáis solos y que no os olvidan... Vuestro trabajo en el mar os mantiene a menudo apartados de los demás, pero estáis cerca de mí en mis pensamientos y oraciones, y en los de vuestros capellanes y de los voluntarios de Stella Maris.

      La gente de mar ha sufrido y sufre aún en parte las consecuencias de la guerra de Ucrania. Mucho marinos han visto cómo sus familias huían y huyen a otros países, con dificultades para comunicarse con ellos y con la incertidumbre de no saber cuándo y dónde volver a reunirse.

     Debemos hacer una breve reflexión sobre la vulnerabilidad de la gente de mar, tanto pescadores como marinos mercantes; sobre lo necesitados que están de asistencia y de ayuda para a salir del aislamiento que frecuentemente sufren.

      El cardenal Mons. D. Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, destacó el valor del servicio que el Apostolado del Mar viene realizando desde sus inicios en favor de la gente de mar y sus familias, y en particular en los últimos años, marcados primero por el flagelo de la pandemia y luego por el conflicto en Ucrania, que ha exacerbado las condiciones laborales de la gente de mar, a menudo privada de sus derechos y dignidad.

      Cuán importante es que, en los puertos, haya un servicio de asistencia a las tripulaciones, que se tengan en cuenta sus necesidades humanas, así como las de los pescadores, y que se vele por su dignidad.

     La Organización Internacional del Trabajo lo indica y la Organización Marítima Internacional repite una y otra vez que el bienestar de las gentes del mar es también básico para el buen funcionamiento del tráfico marítimo.

     De esas personas vulnerables depende, en gran medida, el abastecimiento de nuestra sociedad y el desplazamiento de muchas personas.

    Pidamos pues a la Virgen del Carmen por todas las gentes del mar y sus familias, recemos para que reciban una mayor atención general a sus necesidades recordando siempre que: «dan mucho, merecen más».

Con mi bendición y afecto,

Luis Quinteiro Fiuza

Obispo de Tui-Vigo

Obispo promotor del Apostolado del Mar

 

 

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