Mensaje y Oración del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano
Integral con motivo del Domingo del Mar, 12.07.2020
Con motivo del Domingo del Mar, que se celebra hoy, 12 de julio de 2020, el
Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral ha enviado un
mensaje de agradecimiento a los capellanes, voluntarios y sostenedores del
Apostolado del Mar, recordando la difícil labor realizada por los marinos de
todo el mundo en este momento de emergencia sanitaria debida a la COVID-19.
Publicamos a continuación el texto del mensaje firmado por el Prefecto del
Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, S.E. el cardenal
Peter Kodwo Appiah Turkson, y la oración del Dicasterio inspirada en dicho
mensaje.
Mensaje de S.E. el cardenal Peter Peter Kodwo Appiah Turkson
Estimados hermanos y hermanas en Cristo, queridos
capellanes, voluntarios, amigos y simpatizantes de Stella Maris,
Este año, la celebración del Domingo del Mar debería haber sido un acontecimiento gozoso, por la celebración del centenario prevista para el mes de octubre en Glasgow, Escocia, (ahora aplazada hasta 2021). Sin embargo, coincide con un momento histórico, insólito y particularmente difícil, que el Papa Francisco ha descrito con las siguientes palabras: “Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos”[1].
Nuestro
sentimiento está con los familiares y los amigos de las innumerables víctimas
del coronavirus (entre ellos muchos marinos) y nos sentimos afligidos y
desorientados por las incertidumbres con respecto al futuro.
La pandemia del COVID-19 obligó a
numerosos países a imponer un confinamiento obligatorio y a cerrar muchas
empresas, en un intento de impedir la difusión del virus. Aun así, la industria
marítima prosiguió su actividad, añadiendo una multitud de retos a la vida de
los marinos, que de por sí ya suele ser bastante problemática, y situándoles en
el frente de la lucha contra el coronavirus.
Los
buques, que transportan alrededor del 90% de los productos que nos permiten
llevar una vida normal en estas difíciles circunstancias, como productos
farmacéuticos o equipamientos médicos, siguieron navegando. Antes del cierre
total, la industria de los cruceros intentó convencer a los gobiernos y a las
autoridades portuarias de que mantuvieran abiertos los puertos y permitieran
desembarcar, de forma segura, a sus pasajeros. Al mismo tiempo, intentó
frenéticamente hallar formas de contener la propagación de infecciones entre
los pasajeros y la tripulación de barcos que se habían convertido en
incubadoras del COVID-19.
A pesar de que los marinos desempeñan un
papel fundamental en la economía mundial, contribución importante y necesaria
que las organizaciones e instituciones han intentado enfatizar durante la crisis
del COVID-19, las actuales legislaciones y la política dominante no les ha
otorgado la consideración que se merecen. Por esta razón, el Domingo del Mar es
una oportunidad, que se nos brinda, para revalorizar el papel de los marinos y
recordar algunos de los problemas que afectan negativamente su vida; problemas
que se ven agudizados por la sospecha y el temor al contagio.
En una
situación de emergencia sin precedentes como la que estamos viviendo, los
miembros de la tripulación, que ya habían transcurrido entre seis y diez meses
embarcados, han tenido que soportar un grave inconveniente: la ampliación de su
período de trabajo. Esto conlleva un aumento de la fatiga personal y una
prolongada ausencia de sus seres queridos y de la comodidad de sus hogares. Los
100.000 marinos que cada mes, según estimaciones, finalizan sus contratos y
están impacientes por regresar a casa, no han podido hacerlo debido al brote
del COVID-19 y posterior cierre de las fronteras nacionales y cancelación de
vuelos. Igualmente, miles de marinos
que estaban preparados para embarcarse con un nuevo contrato, se quedaron
confinados en hoteles y dormitorios en todo el mundo, teniendo a menudo que
depender de instituciones caritativas para satisfacer sus necesidades básicas,
como alimentación, higiene, adquisición de tarjetas SIM, etc..
Debido a la imposibilidad de obtener licencia para bajar a tierra y del acceso limitado al puerto para llevar a cabo visitas a bordo, los marinos embarcados sufren el aislamiento y un grave estrés psicofísico, que lleva a muchas tripulaciones al borde de la desesperación, llegando incluso a cometer suicidio.
Debido a la imposibilidad de obtener licencia para bajar a tierra y del acceso limitado al puerto para llevar a cabo visitas a bordo, los marinos embarcados sufren el aislamiento y un grave estrés psicofísico, que lleva a muchas tripulaciones al borde de la desesperación, llegando incluso a cometer suicidio.
Nos llegan
noticias de muchos marinos con problemas médicos, graves y potencialmente
letales, no relacionados con el COVID-19. Sin embargo, necesitan recibir con
urgencia atención médica en los hospitales en tierra, tratamientos que,
lamentablemente, se les negaron o se retrasaron hasta que pudieron ser
trasladados en camilla. Además, los marinos que regresaron a casa después de un
largo y dramático viaje, han tenido que someterse a cuarentena, o han sido
víctimas de discriminación en su propio país porque son considerados portadores
del coronavirus.
Debemos también lamentar el hecho de que,
mientras los marinos garantizan, con dedicación y enormes sacrificios
personales, el continuo funcionamiento de las cadenas de suministro, algunos
armadores, agencias de tripulaciones y directivos sin escrúpulos, utilizan la
excusa de la pandemia para ignorar sus obligaciones hacia estos marinos, negándose
a garantizarles sus derechos laborales, los salarios adecuados y la promoción
de un entorno laboral seguro para todos.
Según
un informe, durante los tres primeros meses de 2020 se ha registrado un
incremento del 24% en el número de ataques e intentos de secuestro por parte de
piratas, con respecto al mismo período de 2019. Al parecer, el coronavirus no
ha logrado detener los robos a mano armada, que siguen representando una
amenaza para los marinos y añaden así ulterior ansiedad y motivo de preocupación
a existencias, ya bajo presión por la incertidumbre causada por el virus.
Además
de las experiencias antes mencionadas, que describen un medio de subsistencia
peligroso, debemos considerar ahora que los marinos se enfrentan a la real
amenaza de perder este precario medio de vida, ya que para muchos se traducirá
en la pérdida total de ingresos y la incapacidad de asumir responsabilidades
sociales y domésticas, como por ejemplo el pago de facturas, la educación de
las personas a su cargo y el bienestar de la familia.
Habida cuenta de lo anteriormente expuesto,
la celebración del Domingo del Mar, especialmente por parte de los cristianos,
es un llamamiento a la “opción preferencial por los pobres” marinos, una opción
a vivir en solidaridad con ellos. San Juan Pablo II calificó la solidaridad
como una “virtud” y la definió “un compromiso irrenunciable por el bien del
prójimo”. Esta debería ser nuestra actitud hacia estos marinos, puesto que las
personas que son pobres, no solo porque exponen constantemente su vida al
peligro, sino porque lo hacen para garantizar los movimientos de mercancías en
favor de una economía mundial sana, merecen verdaderamente nuestra estima y
nuestra gratitud.
Por esta razón, deseamos proponeros
nuevamente el mensaje del Secretario General de la OMI, Kitack Lim: “No
estáis solos. No os hemos olvidado”.
No estáis solos: los
capellanes y los voluntarios de Stella Maris están con vosotros, dondequiera
que estéis; no necesariamente sobre una pasarela, sino a través de una
“capellanía virtual” que se mantiene en contacto con vosotros gracias a las
redes sociales, siempre disponibles para responder a vuestra llamada, para
escucharos y rezar por vuestro bienestar y el de vuestras familias.
No os hemos olvidado: los capellanes
y los voluntarios de Stella Maris estarán con vosotros durante los próximos
meses, cuando se pondrá a prueba vuestra capacidad de resiliencia, e
intentaremos responder a vuestras necesidades materiales y espirituales.
Estaremos siempre a vuestro lado, aliviando vuestras preocupaciones,
defendiendo vuestros derechos y luchando contra la discriminación
No estáis solos. No os hemos olvidado: el próximo
mes de agosto, la intención de la oración universal que expresa la gran
preocupación del Papa Francisco por la humanidad y la misión de la Iglesia,
está dedicada al mundo marítimo. Se invitará a todas las comunidades católicas
del mundo a rezar por todos los que trabajan y viven del mar, entre ellos, los
marinos, los pescadores y sus familias.
Encomendamos
a María, Estrella del Mar, el bienestar de la gente de mar, el compromiso y la
dedicación de los capellanes y de los voluntarios y rezamos a Nuestra Señora
para que nos proteja de todos los peligros, especialmente de la calamidad del
COVID-19.
Cardenal Peter K. A. Turkson
Prefecto
Cardenal Peter K. A. Turkson
Prefecto
El Domingo del Mar se suele celebrar el segundo domingo de julio, para recordar y rezar, de una manera especial, por la gente de mar que trabaja lejos de su país, de sus seres queridos y de la Iglesia local. Conscientes de la difícil situación generada por la propagación del COVID-19, algunas Stella Maris nacionales han decidido posponer la celebración a una fecha posterior. Por esta razón, este mensaje se puede utilizar en cualquier otro momento.
Oración por
el Domingo del Mar
Oh Bienaventurada Virgen María, signo del rostro maternal de Dios,
Con confianza filial nos dirigimos a Ti en la actual pandemia.
Guarda en Tu inmaculado Corazón a los marinos, pescadores y a sus familiares, que gracias a su trabajo garantizan, a la familia humana, alimentos y otros géneros de primera necesidad.
Signo de la cercanía del Padre,
sostenlos en las dificultades y protégelos de todos los peligros: aislamiento y grave estrés físico y mental, largos períodos embarcados, la prolongada ausencia de los familiares, de los amigos y del propio país, el miedo al contagio, los intentos de secuestro por parte de los piratas, los robos a mano armada.
Signo de la misericordia del Hijo,
ayuda a los capellanes y a los voluntarios de Stella Maris
a escuchar a la gente de mar,
tratando de responder a sus necesidades materiales y espirituales,
estando a su lado, aliviando sus preocupaciones,
defendiendo sus derechos laborales y luchando contra la discriminación.
Signo de la fecundidad del Espíritu y abogada de los navegantes,
Reconduce al camino de la justicia a los armadores, a las agencias de tripulaciones y directivos sin escrúpulos, que utilizan la excusa de la pandemia
para ignorar sus obligaciones hacia la gente de mar.
Haz que seamos solidarios con los que han perdido sus ingresos.
Signo de consuelo y de segura, esperanza
abraza con ternura a las víctimas del coronavirus,
especialmente a los marineros que se suicidaron.
Estrella del Mar, reza por nosotros. ¡Amén!
Oh Bienaventurada Virgen María, signo del rostro maternal de Dios,
Con confianza filial nos dirigimos a Ti en la actual pandemia.
Guarda en Tu inmaculado Corazón a los marinos, pescadores y a sus familiares, que gracias a su trabajo garantizan, a la familia humana, alimentos y otros géneros de primera necesidad.
Signo de la cercanía del Padre,
sostenlos en las dificultades y protégelos de todos los peligros: aislamiento y grave estrés físico y mental, largos períodos embarcados, la prolongada ausencia de los familiares, de los amigos y del propio país, el miedo al contagio, los intentos de secuestro por parte de los piratas, los robos a mano armada.
Signo de la misericordia del Hijo,
ayuda a los capellanes y a los voluntarios de Stella Maris
a escuchar a la gente de mar,
tratando de responder a sus necesidades materiales y espirituales,
estando a su lado, aliviando sus preocupaciones,
defendiendo sus derechos laborales y luchando contra la discriminación.
Signo de la fecundidad del Espíritu y abogada de los navegantes,
Reconduce al camino de la justicia a los armadores, a las agencias de tripulaciones y directivos sin escrúpulos, que utilizan la excusa de la pandemia
para ignorar sus obligaciones hacia la gente de mar.
Haz que seamos solidarios con los que han perdido sus ingresos.
Signo de consuelo y de segura, esperanza
abraza con ternura a las víctimas del coronavirus,
especialmente a los marineros que se suicidaron.
Estrella del Mar, reza por nosotros. ¡Amén!