APOSTOLADO
DEL MAR LA UNION HACE LA FUERZA
LA VANGUARDIA Edición del viernes,
20 enero 1928, página 11
Es evidente que la fuerza proviene y
surge de una continua acción, sobre todo con respecto al servicio católico para
marinos y mucho más notoriamente que en otras organizaciones para fines
espirituales. Ningún centro de servicio marino puede funcionar satisfactoriamente, si es una fundación
aislada: este es un axioma. Nuestra clientela marítima circula por el mundo
incesantemente y a fin de socorrer efectivamente las «Congregaciones flotantes
de la Iglesia marítima», es menester que haya cooperación a sus ayudantes en
los puertos. La estancia del marino en cada puerto es breve. Escasamente ha
visitado el Club, Instituto o los celadores, bajo la influencia de sus amigos,
cuando forzosamente tiene que zarpar para su continuo viaje. Es de una altísima
importancia la comunicación recíproca entre los diferentes centros de servicio,
notificando cada cual su movimiento por lo menos de los mayores grupos marinos
católicos y dando así oportunidades a cada una para alistamiento en el
Apostolado de Mar.
Un
importante desarrollo se ha verificado en la vasta esfera de la concertada
acción organizadora del movimiento internacional por medio de la completa
fusión de fuerzas de las dos Asociaciones que se han ajustado en el trabajo de
los marinos católicos: el A. del M. y la Asociación de San Vicente de Paúl
(Sección del trabajo de marinos). Cuando se hayan recogido y publicado los detalles
de este notable adelanto en la organización del movimiento del servicio
marítimo católico, se verá que el impulso obtenido por esta unión de fuerzas, garantiza
completamente la futura estabilidad y éxito de esta creciente organización de
servicios para nuestros muy olvidados marinos católicos. Al revisar nuestras
fuerzas, vemos el probado entusiasmo y celo de nuestros marinos católicos y
fortificados con ellos nos encaramos en el nuevo Año, con nuestra causa.
Debemos reproducir aquí el mensaje enviado por Su Santidad Pío XI a la A. del
M. en 1922: «El Santo Padre se oomplace en invocar las más escogidas gracias
del cielo y bendecir con un especial afecto paterno a todos aquellos que, por
sus oraciones, ofrecimientos y servicios individuales contribuyen a su final
éxito, para la mayor gloria de Dios y propagación de su santo reinado entre las
almas.»
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