La Odisea de los tripulantes del C-Star
Tras casi 3
meses de abandono en el puerto de Barcelona, los tripulantes del C-Star pudieron finalmente volver a casa. El armador
anterior vendió el barco y el comprador aportó el dinero necesario para
que los tripulantes cobraran todo lo que se les debía y se encargó de
repatriarlos. Acabó
así un calvario de unos marinos de Sri Lanka.
Desde el primer momento de la
llegada del barco a Barcelona se puso en marcha el Comité de Bienestar de Port
de Barcelona a través de una acción conjunta entre Capitanía, la Autoridad
Portuaria, ITF y Stella Maris, siendo esta organización la que, de facto asumió
el papel de interlocutor permanente con los tripulantes y de coordinación de las ayudas
que se habían de prestar. ITF por su parte tenía que intervenir en la defensa
de los derechos laborales de los tripulantes.
En primeras
instancias, la Cruz Roja del Mar y también Cáritas suministraron alimentos,
papel que luego asumió ya de manera regular Stella Maris, mientras que la
Autoridad Portuaria se encargaba de abastecerlos de agua y de combustible.
El abogado
Rafael de Muller y el inspector de ITF Joan Más estuvieron desde el primer
momento atentos al tema y su actuación fue decisiva en el feliz desenlace.
Finalmente,
el martes 23 de enero, hubo una reunión en Stella Maris, con la presencia de
los representantes de compradores y vendedores y los tripulantes, en la cual se
pagó en efectivo los salarios debidos a los tripulantes. Igualmente, en la
operación se incluyeron los gastos devengados por alimentos, así como por
combustible, agua, tasas, etc.
Acababa
felizmente una historia, que nunca debería producirse y que lamentablemente
ocurre con cierta frecuencia en el mundo: Marinos que quedan abandonados en un
puerto sine die y unas familias que soportan meses sin ningún ingreso y
sufriendo por sus seres queridos.
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