Cristina de Castro, una vida al servicio de la gente de
mar
Cristina, laica consagrada, persona de fe
profunda, entregada plenamente al servicio de Dios, llamaba la atención por la
devoción con que hablaba de la gente de mar y al mismo tiempo el profundo
conocimiento que tenía de su vida y de su trabajo.
De carácter fuerte, no tenía reparos en
abordar a un alcalde, a un director general, a un conselleiro o a un ministro,
por defender lo que creía que era justo.

Fue durante años delegada de pesca del
Apostolado del Mar para toda España. Siempre acompañada de Mari Carmen Grobas,
formaron un tándem incansable. Viajaron por distintos puertos pesqueros de
España, con un empuje similar al de San Pablo, animando a potenciar el
Apostolado del Mar.
Consciente de la importancia de defender los
derechos de los pescadores más allá de las fronteras españolas, se fue a
Bruselas y allí tuvo reuniones con gente de la comisión europea de pesca.
Entrando en contacto con mujeres de pescadores de otros países europeos,
especialmente de Francia y Países Bajos, crearon una asociación europea, para
poder tener más fuerza.
Ella rechazaba el conformismo y
consideraba que no se podía hacer Apostolado del Mar, sin un compromiso firme
con los marineros y sus familias y que la defensa de sus derechos era una
obligación que de ello se derivaba.
Fue varias veces invitada al Vaticano, al
entonces existente Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e
Itinerantes, a hablar ante obispos de todo el mundo sobre la vida y el trabajo
de los pescadores.
Era todo un referente en el mundo de la
pesca. Luchó para que en los barcos de pesca de altura se controlaran las
jornadas de trabajo y por la mejora general de la seguridad y de los períodos
de vacaciones de las tripulaciones.
Con
constancia y sin descanso trabajaron en equipo, ella, Maria Carmen y Ricardo
Lyon, desde su oficina de Stella Maris, atendiendo también a los marinos
mercantes que a ellos acudían.
Y ya en los últimos años promovió el
Centro de los Derechos del Marino en el puerto de Vigo. No había en su vida un
espacio que no estuviera dedicado a la gente de mar y sus familias.
Cristina ahora se ha ido. Dios, que la llamó a
servirle entre la gente de mar, ahora la ha reclamado a su reino. Allí se
encontrará con mucha gente que la quiso y muy especialmente con tantos
pescadores que le fueron precediendo. El nombre de Cristina quedará grabado en
la historia del Apostolado del Mar y en nuestros corazones.
Ricardo R. Martos
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