Nuestra Señora Stella Maris - Estrella del Mar
27 de septiembre
HISTORIA:
Santa María del Mar es una de las
advocaciones más antiguas de la Virgen. Stella
Maris, Estrella del Mar, llaman a la Virgen marinera desde antiguo. No está
relacionada con ninguna aparición, sino con la necesidad que sienten los
marinos y sus familias que quedan en tierra, de contar con la más alta
protección en el cielo.
En la oscuridad de la noche, los navegantes
por siglos confiaban en las estrellas para orientarse hacia el puerto seguro.
La Virgen es la estrella de la evangelización que nos lleva a Cristo, puerto
seguro.
No se sabe con exactitud, cuándo comienza
esta advocación de la Madre de Dios, pero es sin duda una de la que tiene más
antecedentes: “Ave Maris Stella”, “Salve Estrella de Mar”, son las primeras
palabras de un himno maravilloso cuyo autor naciera en el año 601 de nuestra
era. Nada más apropiado, que elegir a María como estrella directriz de los
navegantes.
En diversas citas de la Biblia encontramos
la cita de las estrellas como referencia directa o indirecta de la Stma Virgen:
Apocalipsis (12,1-2), Eclesiástico (50,6), El libro del Profeta Daniel (12,3),
San Pablo en su epístola a los Corintios (15, 41)….

El Nombre de la Virgen María significa
Estrella del Mar, su papel de intercesora ante Dios y su Divino Hijo, la señaló
para pedir piedad, ayuda y socorro. Para el caso de los marineros fue el amparo
solicitado en el mar, la guía para llegar a puerto en la vida y en el mar.
El libro de Reyes, 18, 45- 51, describe una
pequeña nube que, elevándose sobre el mar, anunció a Elías mientras oraba en el
monte Carmelo, la venida de la lluvia. Esta era una gran noticia pues anunciaba
el fin de la grave sequía. La Virgen es como esa nube, signo del fin de la
sequía. Jesús es la fuente que nos sacia la sed de Dios.
Los carmelitas, nacidos espiritualmente en
el monte Carmelo le llamaron a la Virgen «Estrella del Mar».
Muchos escritores muy antiguos también le
llamaron así a la Virgen: S. Jerónimo (siglo IV), Isidoro de Sevilla (siglo
VI), Alcuino de York y Rábano Mauro (siglo IX). Pascasio Radberto escribe en el
siglo IX:
“María es la Estrella del Mar a la que
debemos seguir con nuestra fe y comportamiento mientras damos tumbos en el mar
proceloso de la vida. Ella nos iluminará para creer en Cristo nacido de ella
para salvación del mundo.”
El Himno Ave Maris
Stella (Salve estrella del mar) es del siglo VIII o IX.
San Bernardo le
dedicó a la Virgen, Estrella del Mar, un poema:
“Si se levantan los vientos de la
tentación:
si te arrastran hacia los
acantilados de la desesperación…
mira la estrella; invoca a María.
Si están a punto de ahogarte las
olas de la soberbia,
la ambición, la envidia, la
rivalidad…
mira a la Estrella; Invoca a
María”.
Estrella de la Mañana. Antes de salir el
sol, hay una estrella que, por ser mas brillante que las otras, permanece aun
durante el alba. Es la estrella de la mañana que anuncia el día. María nos
anuncia la llegada del Señor, el Sol que viene. Este título se encuentra en las
Letanías Laurentanas.
STELLA MARIS Y LOS
CARMELITAS
Desde aquellos eremitas que se establecieron
en el Monte Carmelo, los Carmelitas se han distinguido por su profunda devoción
a la Santísima Virgen, interpretando la nube que vio el criado de Elías: “Sube
del mar una nubecilla como la palma de la mano” (1Re 18,44), como un símbolo de
la Virgen María.
Como los antiguos marineros, que leían las
estrellas para marcar su rumbo en el océano, María como estrella del mar, nos
guía por las aguas difíciles del mundo, hacia el puerto seguro que es Cristo.

La Orden se difundió por Europa, y la
Estrella del Mar les acompañó en la propagación de la orden por el mundo, y el
pueblo les llamaba “Hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo”. En su
profesión religiosa se consagraban a Dios y a María, y tomaban el hábito en su
honor, como un recordatorio de que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella
a Cristo.
San Simón Stock, nombrado general de la
Orden Carmelitana, comprendió que, sin una intervención de la Virgen, la Orden
se extinguiría pronto. En esta situación de angustia, recurrió a María, a la
que llamó “Flor del Carmelo” y “Estrella del Mar” y puso la Orden bajo su
amparo, y le suplicó su protección para toda la comunidad.
En respuesta a su oración, el 16 de julio
de 1251 se le apareció la Virgen y le dio el escapulario para la Orden con la
siguiente promesa:
“Este debe ser un signo y privilegio para
ti y para todos los Carmelitas: quien muera con el escapulario no sufrirá el
fuego eterno”.
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