MENSAJE DEL
PONTIFICIO CONSEJO PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LA PESCA
Desde 1998, la Jornada Mundial de la Pesca se celebra cada año el 21 de noviembre para
resaltar la importancia de conservar el océano y la vida marina que proporciona
alimento a miles de millones de seres humanos y oportunidades de empleo a más
de 50 millones de personas en todo el mundo.

El Papa Francisco en su Carta Encíclica
Laudato Sì menciona algunas de las amenazas que afectan y destruyen los
recursos naturales marinos: “Muchas de
las barreras de coral del mundo hoy ya son estériles o están en un continuo
estado de declinación: «¿Quién ha convertido el maravilloso mundo marino en cementerios
subacuáticos despojados de vida y de color? ». Este fenómeno se debe en gran parte a la contaminación que llega al mar
como resultado de la deforestación, de los monocultivos agrícolas, de los
vertidos industriales y de métodos destructivos de pesca, especialmente los que
utilizan cianuro y dinamita” (n. 41).
Puesto que se trata de un
patrimonio común de la humanidad, el Papa Francisco llama a todos a: “... colaborar como instrumentos de Dios para el
cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, su experiencia, sus
iniciativas y sus capacidades” (n. 14).
Por esta razón, apreciamos y aguardamos con
esperanza la aplicación del Acuerdo sobre
Medidas del Estado Rector del Puerto Destinadas a Prevenir, Desalentar y
Eliminar la Pesca Ilegal, No Declarada y No Reglamentada, adoptado por la FAO
como Acuerdo en 2009. Después de
varios años de esfuerzos diplomáticos finalmente entró en vigor el pasado 5 de
junio y en la actualidad es jurídicamente vinculante para los 29 países y única
organización regional que lo firmaron. Mediante la adopción y la ejecución de
las medidas eficaces del Estado rector del puerto, dicho Acuerdo es el primer
tratado internacional vinculante que pretende prevenir, desalentar y eliminar
la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR), un importante problema
medioambiental que genera enormes daños económicos y representa una amenaza
para la seguridad alimentaria en muchos países.
Sin
embargo, nuestra preocupación no concierne únicamente los recursos marinos.La
industria pesquera ha sido ampliamente reconocida como una de las más
peligrosas debido a la frecuencia con que se registran accidentes laborales y
al elevado índice de mortalidad. En esta Jornada Mundial de la Pesca queremos
llamar la atención también sobre los muchos pescadores que se encuentran en
situación de explotación y abusos.
Lamentablemente
se desconoce la trágica realidad de que en la industria pesquera hay cientos de
miles de migrantes internos/ transnacionales que son objeto de contrabando/ trata
para realizar trabajos forzados a bordo de buques pesqueros.
Esto
es favorecido por una red de organizaciones criminales e individuos que
explotan a personas que provienen de una situación de pobreza y que buscan
desesperadamente un empleo que les ayude a romper el círculo de la miseria. Sin
embargo, terminan en una situación de trata de seres humanos, de servidumbre
por deudas y de esclavitud a menudo sin una salida. De hecho, los buques
pesqueros permanecen en el mar durante largos períodos de tiempo (desde algunos
meses hasta varios años) y para las víctimas de estos crímenes es difícil, por
no decir imposible, denunciar estas situaciones.
En respuesta al llamamiento del Papa
Francisco: “La trata de personas es un crimen contra la humanidad. Debemos unir
las fuerzas para liberar a las víctimas y para detener este crimen cada vez más
agresivo, que amenaza, además de las personas, los valores fundamentales de la
sociedad y también la seguridad y la justicia internacionales, además de la
economía, el tejido familiar y la vida social misma”, como Iglesia Católica
queremos renovar nuestro llamamiento a los Gobiernos para que ratifiquen el
Convenio sobre el trabajo en la pesca, 2007 (OIT, núm. 188), al fin de crear un
entorno laboral seguro a bordo de los buques pesqueros y mejores disposiciones
de bienestar para los pescadores. A
partir de octubre de 2016 el Convenio ha sido ratificado por nueve Estados
costeros, y se necesita la ratificación de un país más para que el Convenio
pueda entrar en vigor.
A la vez que expresamos nuestro
agradecimiento a los capellanes y a los voluntarios del Apostolado del Mar por
su dedicación y compromiso, queremos pedirles que vigilen e intensifiquen su
presencia en los puertos pesqueros para identificar y rescatar a las víctimas
de la trata de seres humanos. También es necesario que el Apostolado del Mar
coopere más estrechamente con los líderes de las comunidades pesqueras para
educar y prevenir la trata de personas proporcionando alternativas viables de
empleo y de sustento. Que María Stella Maris siga siendo la fuente de fortaleza
y protección para todos los pescadores y sus familias.
Antonio
Maria Card. Vegliò, Presidente
P. Gabriele
Bentoglio, cs, Subsecretario